sábado, 3 de septiembre de 2011

Recalculando...


 Hace poquito una amiga me invitó a comer a un restaurant de comida mejicana, para probar algo diferente. Allá fuimos. A medida que las fajitas iban siendo diezmadas en su batalla contra el apetito, notamos que, por el contrario, se nos iban acumulando cada vez más signos de interrogación en la frente. Para sorpresa nuestra, si bien variaban los nombres propios, los escenarios o los quehaceres, había una constante: con diversos matices ambas sufríamos indefectiblemente de un severo caso de Incertidumbritis Crónica, digámosle.  

¿Cómo hacerse de un espacio propio? ¿Cómo proteger nuestra vocación sin morir en el intento? ¿Relación de dependencia o proyecto propio? Si estoy en pareja, ¿me caso? Si estoy casada, ¿me separo? ¿Cuándo es el mejor momento para tener un hijo? O peor, ¿quiero tener un hijo? ¿Cómo te ves de acá a 5 años?... Criii, criii. Preguntas como éstas se nos presentan como enigmas imposibles de resolver. Después me quedé pensando si nos pasa sólo a nosotras...

Hoy pareciera que caminamos en arenas movedizas, y no hay nadie que nos revolee un pedazo de soga o una mísera ramita para sacarnos del embrollo. Mientras tanto, las viejas fórmulas y las garantías van cayendo como fichitas de dominó en carrera. Debe ser por eso que últimamente cada vez más superhéroes pululan por las salas de los cines y las páginas de las historietas. Queremos sentirnos invencibles; queremos prevalecer por sobre las vicisitudes y lograr nuestro cometido. Sin ir más lejos, hace poco escuché que están por hacer una peli de Acuaman: señoras y señores...nos tapó el agua.

Antes parecía haber más certezas (¿o quizá había menos preguntas?). Uno se casaba, tenía hijos, conseguía un trabajo en el que permanecía hasta jubilarse y a otra cosa mariposa. Si hasta los electrodomésticos duraban más tiempo (tengo una estufa de mi abuela que no sólo sigue funcionando sino que calienta más que ningún caloventor último modelo). Hoy la lógica postmoderna se va colando en todos los ámbitos como una visita inesperada y no queda otra más que ponerle un plato en la mesa.

El problema es que el fantasma de la seguridad nos persigue y sigue moldeando a "susto" y piacere nuestras expectativas. Seguimos esperando encontrar un camino sin desvíos que nos conduzca a nuestra Meca personal. El único tema es que la preciada Meca hoy nos juega a las escondidas y va mudando camaleónicamente su código postal. No queda entonces más remedio que permanecer alertas y vigilantes. Casi nómadas. Hoy lo único permanente pareciera ser el cambio mismo.Y por momentos se torna desesperante, por lo menos para mí.

A veces me encuentro deseando haber venido con un GPS incorporado. Sería de lo más práctico. Uno con la voz de Alfredo Casero como el que tengo, si no es mucho pedir, y Cha Cha Cha está. Gran Problema Solucionado. Que te guíe por los caminos en mejor estado, que te  avise cuando estás atravesando una relación peligrosa, o te marque cuántos sapos más hay que besar antes de llegar a destino. Pero no. A lo mejor que uno puede aspirar es a un mapa maltrecho y fuera de escala... y arreglate. La vida es desprolija, y no hay atajos.

En vista de las circunstancias, creo que no queda otra más que arremangarse y aceptar lo inevitable: si jugar a lo seguro está démodé, la creatividad tiene que estar a la orden del día. Hay que intentar ver con nuevos ojos lo que nos rodea y explorar territorio virgen. Por ahí descubrimos que todo este tiempo estábamos mirando en nuestro mapa al revés...

En fin, para pasar el mal trago, de postre nos pedimos un Suicidio de chocolate (se llamaba así, lo juro). Resultó un tanto empalagoso para mi gusto pero ciertamente apropiado para la ocasión. Después nos despedimos y tasa tasa cada una para su casa. De más está decir que de vuelta llegué sana y salva a mi depto, y sin la ayuda de mi amigo Casero.

1 comentario:

  1. No quisiera probar el susodicho Suicidio de Chocolate porque la última vez que fui a un restaurant- con alguien que no voy a decir quién es- misteriooooo- me pedí pescado y casi muero atragantada por una espina... Aguarden... ¡¡¡está mejor morir por un chocolate que por un pez!!!
    Es decir... lo único que no cambia es el margen de libertad que por suerte siempre tenemos...

    ResponderEliminar